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En la última década, hemos sido testigos de tiempos económicos turbulentos. Las crisis económicas mundiales se originaron, en parte, en normas para orientar la conducta del sector privado y fijar las políticas económicas que no pudieron resolver los desafíos y riesgos emergentes. Una de las consecuencias menos llamativa, pero igualmente importante, ha sido volver a examinar las normas fiscales que han regido las políticas y prácticas de gestión públicas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en un evento conjunto (i) con el Banco Mundial realizado el 6 de octubre de 2014, presentó la versión revisada de su Código de Transparencia Fiscal (FTC, por sus siglas en inglés) y la respectiva evaluación, (i) después de dos años de intensivos análisis y consultas. Felicito al FMI por crear un conjunto de normas que capturan la calidad de los informes y de los datos fiscales, que han sido organizados de manera de reflejar los diferentes niveles de capacidad de los países y que cubren de modo más integral los riesgos fiscales.